Un modo de relacionarse con su mundo
El medio ambiente está constituido por una serie de elementos diversos con las cuales los animales se relacionan, de la misma manera que nosotros los seres humanos, a través de los cinco sentidos. De esta manera aprenden las diferentes sustancias, y experimentan las sensaciones contrapuestas de dolor - placer, calor - frío, dulce - amargo, y tantas otras.
Pero por otro lado, la mayoría de las especies han sido dotadas con el desarrollo particular de algún sentido, o bien a veces con determinadas habilidades especiales. No es extraño que un lince pueda ver detalles que jamás percibiría un ser humano, o que un caballo pueda recorrer distancias infinitamente más largas que otros animales, debido a sus características físicas. En el caso del perro, podemos asegurar que una de sus mejores maneras de relacionarse con el mundo exterior es el olfato.
Una de las principales características de todas las razas caninas es el hecho de estar dotadas de un especial sentido del olfato, que no sólo les sirve para relacionarse de manera particular con su mundo exterior, sino que además les permite percibir sensaciones que al ser humano les sería imposible. Esto hace que el perro, cualquiera sea su raza, se haya transformado en un excelente compañero de trabajo para el hombre en gran cantidad de actividades diversas.
Es fácil advertir que lo primero que hace el perro cuando un desconocido entra a su casa es olfatearlo de arriba a abajo, para recién después, tal vez, observarlo.
También es habitual ver que los cachorros, especialmente aquéllos pertenecientes a ciertas razas más aptas para la caza, pasan largas horas olfateando los zócalos de su propia casa. ¿Por qué?. Simplemente, están conociendo el lugar donde viven, y están reconociendo, además, su propio sentido del olfato. De esta manera aprehenden olores diferentes que pertenecen al mundo en el que viven.
¿Cómo se utilizan los olores “aprehendidos”?
A la pregunta de por qué el olfato de los perros está más desarrollado que el del hombre. La respuesta, aunque no del todo sencilla, es lógica: La anatomía de la nariz del perro favorece su desarrollado olfato en cuanto, en primer lugar, las cavidades nasales tienen una orientación que permite ampliar el campo olfatorio. Por otra parte, al ingresar en la nariz el aire se separa en dos corrientes: la primera va hacia los pulmones, como ocurre con todos los mamíferos, pero existe también en los perros una segunda corriente que se dirige en forma directa a las células olfatorias, mediante las cuales el reconocimiento de los olores por parte del perro se fija en forma de imagen olfativa. De esta manera, cada uno de los olores es reconocido como signo de determinadas circunstancias, y cada vez que el animal vuelve a percibir un olor ya conocido, sabe exactamente a qué circunstancia corresponde.
El entrenamiento del olfato
Los perros de caza sabuesos o los perros de rastro detectan fácilmente los olores dejados por animales u otros individuos a lo largo de una pista. De la misma manera, aquéllos entrenados para la búsqueda de personas sepultadas bajo escombros o avalanchas de nieve, pueden detectar su presencia. Hay otros, que por su entrenamiento, les resultan más familiares diversas sustancias como explosivos o estupefacientes; ellos detectan con facilidad e incluso a grandes distancias la fuente odorante (elemento que produce el olor).
Pero a pesar de que su olfato está muy desarrollado por naturaleza, el entrenamiento permite que el perro pueda reconocer más fácilmente un determinado olor e incluso que se haga su olfato más sensible a él, si se lo pone periódicamente en contacto.
Por otro lado, el adiestramiento permite aumentar el poder de discriminación de olores diferentes, y de esta manera un perro experimentado puede incluso llegar a distinguir diferentes componentes odorantes (olores) en una misma pista.
Pero si bien la capacidad de distinguir o diferenciar olores es en el perro una cualidad dada, no debe olvidarse que, hasta no hace mucho tiempo, el perro utilizaba su olfato para buscar alimento, motivación primordial para él. De la misma manera, para incentivar a que el animal busque un determinado olor, es imprescindible asociar una motivación al olor descubierto, de manera que el perro pueda indicar su presencia.
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