Problemática social de la agresividad
El comportamiento agresivo de los perros siempre ha sido un problema social de importancia. Esto se debe a que un perro agresivo puede poner en peligro la integridad física de una persona, llegando en casos extremos a ocasionarle la muerte.
Desde sus inicios la medicina veterinaria ha enfocado el problema de la agresión desde un punto de vista exclusivamente sanitarista. Dicho enfoque no merece ningún tipo de objeción ya que gracias al mismo se controló una enfermedad zoonótica de extrema gravedad: la rabia. Sin embargo debido a que el único procedimiento metodológico utilizado en los casos de perros mordedores es la denominada "observación antirrábica", la agresión canina en sí misma sigue siendo un problema social relevante.
Según el Ministerio de Salud de la Nación Argentina, se reportan al año alrededor de 60.000 mordeduras de perros (casi siete por hora). La mitad de las agresiones se produce contra chicos menores de 14 años y la mayoría de los mordedores son mascotas de la familia o animales que tienen dueño. Vale la pena remarcar que un informe de la provincia de Buenos Aires considera que alrededor el 70% de las mordeduras no se denuncian. Un estudio realizado en Pensilvania, Estados Unidos, mostró que sobre un total de 3.000 niños en edad escolar el 45% habla sido mordido por un perro durante su vida; de ellos el 30% había sido mordido por su propio perro (2). En Argentina en un estudio realizado en Capital Federal y Gran Buenos Aires el 30% de los propietarios de perros manifestó que sus animales habían manifestado episodios agresivos (1).
A su vez, resulta frecuente que muchos propietarios de perros deban someter a sus animales a más de una observación antirrábica a lo largo del tiempo debido a que los perros repiten episodios agresivos. Esto se debe a la falta de un diagnóstico y por ende de un tratamiento adecuado del problema en cuestión.
Esta realidad nos indica que resulta de imperiosa necesidad ampliar el enfoque acerca del comportamiento agresivo en los perros. Para ello es necesario comprender que la agresión de los perros hacia los seres humanos es un fenómeno complejo que incluye numerosas variables (genética, orgánica, aprendizajes, vínculo con los humanos, etc.), que puede ser de diversos tipos (agresión jerárquica, irritable, por temor, sobre protectora, por causas orgánicas o funcionales, etc.) y que no sólo puede ser el vehículo de transmisión de una zoonosis sino que debería ser considerada una zoonosis en si misma.
Por todo lo expuesto sólo un enfoque global del problema de la agresión podrá aportar elementos que contribuyan a minimizar dicho problema y así mejorar el bienestar tanto de los propietarios de perros como de los que no lo son y por supuesto el de los propios perros.
Desde sus inicios la medicina veterinaria ha enfocado el problema de la agresión desde un punto de vista exclusivamente sanitarista. Dicho enfoque no merece ningún tipo de objeción ya que gracias al mismo se controló una enfermedad zoonótica de extrema gravedad: la rabia. Sin embargo debido a que el único procedimiento metodológico utilizado en los casos de perros mordedores es la denominada "observación antirrábica", la agresión canina en sí misma sigue siendo un problema social relevante.
Según el Ministerio de Salud de la Nación Argentina, se reportan al año alrededor de 60.000 mordeduras de perros (casi siete por hora). La mitad de las agresiones se produce contra chicos menores de 14 años y la mayoría de los mordedores son mascotas de la familia o animales que tienen dueño. Vale la pena remarcar que un informe de la provincia de Buenos Aires considera que alrededor el 70% de las mordeduras no se denuncian. Un estudio realizado en Pensilvania, Estados Unidos, mostró que sobre un total de 3.000 niños en edad escolar el 45% habla sido mordido por un perro durante su vida; de ellos el 30% había sido mordido por su propio perro (2). En Argentina en un estudio realizado en Capital Federal y Gran Buenos Aires el 30% de los propietarios de perros manifestó que sus animales habían manifestado episodios agresivos (1).
A su vez, resulta frecuente que muchos propietarios de perros deban someter a sus animales a más de una observación antirrábica a lo largo del tiempo debido a que los perros repiten episodios agresivos. Esto se debe a la falta de un diagnóstico y por ende de un tratamiento adecuado del problema en cuestión.
Esta realidad nos indica que resulta de imperiosa necesidad ampliar el enfoque acerca del comportamiento agresivo en los perros. Para ello es necesario comprender que la agresión de los perros hacia los seres humanos es un fenómeno complejo que incluye numerosas variables (genética, orgánica, aprendizajes, vínculo con los humanos, etc.), que puede ser de diversos tipos (agresión jerárquica, irritable, por temor, sobre protectora, por causas orgánicas o funcionales, etc.) y que no sólo puede ser el vehículo de transmisión de una zoonosis sino que debería ser considerada una zoonosis en si misma.
Por todo lo expuesto sólo un enfoque global del problema de la agresión podrá aportar elementos que contribuyan a minimizar dicho problema y así mejorar el bienestar tanto de los propietarios de perros como de los que no lo son y por supuesto el de los propios perros.
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